FRÍA AGUILAR. ETERNAS EN LA VIDA DE OTROS

La creatividad en el corazón femenino ha sido la prisionera eterna de la evolución de la sociedad. Mujeres atrapadas en las camisas de fuerza de los designios de hombres divinizados por la divinidad masculina, madres que quisieron ser amantes, artistas que buscaron en la locura el camino para evitar su invisibilidad, muerte elegida como camino para la eternalización en territorios emocionales que no pudieron compartir en su experiencia vital. José María Fuentes-Pila

martes, 5 de noviembre de 2013

INGEBORG BACHMANN

 

INGEBORG BACHMANN 1926-1973 AUSTRIA

La imagen de gran diva, de mujer excéntrica, hipersensible hasta la histeria que él dio en su obra de Ingeborg  Bachmann, es la que ha prevalecido hasta hoy. Es en la misma época cuando Ingeborg  Bachmann a su vez empezó a escribir sobre la problemática de la lucha por el poder entre hombre y mujer en las relaciones de pareja. Uno de los detonantes del inicio del camino hacia el suicidio parece que fue la separación de Max Frisch, junto a la acogida fría de A los treinta años, que provocan en Ingeborg Bachmann una prolongada crisis de salud (tratada por los médicos con una fuerte medicación psicofármaca), que le sobrevino en Berlín, viajera incansable, no deja de escribir y recorrer mundo hasta encontrar la alegría de vivir en Roma. No obstante Cuando en la primavera de 1973 murió el padre, al que quería mucho, se quedó muy afectada, un estado que se pronunció con la visita del campo de concentración de Auschwitz, durante un viaje a Polonia en mayo del mismo año. En las entrevistas de estos meses y los textos para un programa de televisión de junio de 1973 habla, sin embargo, con insistencia de la esperanza.


Ingeborg Bachmann falleció el 17 de octubre de 1973, a consecuencia de la supresión de medicamentos de las que dependía desde hacía años, después de haber sido ingresada en el hospital el 26 de septiembre con graves quemaduras tras haber prendido fuego a su propia cama.



Despedida


La carne, que envejeció muy bien conmigo,
la mano rugosa, que sostuvo fresca la mía,
ha de quedarse sobre el pálido muslo,
rejuvenecerse la carne, por un instante,
para que así venga más rápido el derrumbe en ella,
rápido llegan las arrugas, casi sanas,
y todo sobre la rígida musculatura.

No ser amada. El dolor podría ser aún
mayor, Se siente muy bien, toca a la puerta.
Pero la carne, con su línea abierta en la rodilla,
las arrugadas manos, todo ello sobrevino de noche,
el curtido omóplato, donde ya no crece ningún verde,
donde alguna vez se mantuvo oculto un rostro.

Avejentada en cien años, en un solo día,
El confiado animal fue llevado bajo latigazos
a su armonía preestablecida.

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