INGEBORG BACHMANN 1926-1973 AUSTRIA
La imagen de gran diva, de mujer
excéntrica, hipersensible
hasta la histeria que él dio en su
obra de Ingeborg Bachmann, es la que ha
prevalecido hasta hoy. Es en la misma época cuando Ingeborg Bachmann a su vez empezó a escribir sobre la
problemática de la lucha por el poder entre hombre y mujer en las relaciones de
pareja. Uno de los detonantes del inicio del camino hacia el suicidio parece
que fue la separación de Max Frisch, junto a la acogida fría de A los treinta
años, que provocan en Ingeborg Bachmann una prolongada crisis de salud (tratada
por los médicos con una fuerte medicación psicofármaca), que le sobrevino en
Berlín, viajera incansable, no deja de escribir y recorrer mundo hasta
encontrar la alegría de vivir en Roma. No obstante Cuando en la primavera de
1973 murió el padre, al que quería mucho, se quedó muy afectada, un estado que
se pronunció con la visita del campo de concentración de Auschwitz, durante un
viaje a Polonia en mayo del mismo año. En las entrevistas de estos meses y los
textos para un programa de televisión de junio de 1973 habla, sin embargo, con
insistencia de la esperanza.
Ingeborg Bachmann falleció el 17 de
octubre de 1973, a consecuencia de la supresión de medicamentos de las que
dependía desde hacía años, después de haber sido ingresada en el hospital el 26
de septiembre con graves quemaduras tras haber prendido fuego a su propia cama.
Despedida
La carne, que envejeció muy bien conmigo,
la mano rugosa, que sostuvo fresca la mía,
ha de quedarse sobre el pálido muslo,
rejuvenecerse la carne, por un instante,
para que así venga más rápido el derrumbe en ella,
rápido llegan las arrugas, casi sanas,
y todo sobre la rígida musculatura.
No ser amada. El dolor podría ser aún
mayor, Se siente muy bien, toca a la puerta.
Pero la carne, con su línea abierta en la rodilla,
las arrugadas manos, todo ello sobrevino de noche,
el curtido omóplato, donde ya no crece ningún verde,
donde alguna vez se mantuvo oculto un rostro.
mayor, Se siente muy bien, toca a la puerta.
Pero la carne, con su línea abierta en la rodilla,
las arrugadas manos, todo ello sobrevino de noche,
el curtido omóplato, donde ya no crece ningún verde,
donde alguna vez se mantuvo oculto un rostro.
Avejentada en cien años, en un solo día,
El confiado animal fue llevado bajo latigazos
a su armonía preestablecida.
El confiado animal fue llevado bajo latigazos
a su armonía preestablecida.
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