FRÍA AGUILAR. ETERNAS EN LA VIDA DE OTROS

La creatividad en el corazón femenino ha sido la prisionera eterna de la evolución de la sociedad. Mujeres atrapadas en las camisas de fuerza de los designios de hombres divinizados por la divinidad masculina, madres que quisieron ser amantes, artistas que buscaron en la locura el camino para evitar su invisibilidad, muerte elegida como camino para la eternalización en territorios emocionales que no pudieron compartir en su experiencia vital. José María Fuentes-Pila

martes, 5 de noviembre de 2013

MERCEDES CARRANZA








Mª MERCEDES CARRANZA  1945-2003 COLOMBIA


La poetisa se quitó la vida afectada por una fuerte depresión, abofeteada continuamente por la muerte a su alrededor, tomó la decisión de suicidarse tras soportar por muchos años una serie de impactos emocionales como el secuestro de su hermano Ramiro, cautivo por las FARC hace meses; el asesinato de dos amigas cercanas y el magnicidio de Luis Carlos Galán. Sólo le dejó una carta donde le explicaba las razones de su acción y la invitaba para que luchara por su felicidad.


El periodista Daniel Samper Pizano, explicó que la noche antes de su muerte, María Mercedes Carranza se marchó de una reunión de trabajo a su viejo apartamento en los cerros de Bogotá y fue allí donde se quitó la vida al parecer con píldoras antidepresivas y alcohol, pues frascos del medicamento fueron encontrados sobre la mesa de noche de su cuarto. Allí también se encontró un libro de su padre, el poeta Eduardo Carranza en el que una vez escribió: “Todo cae, se esfuma, se despide, y yo mismo me estoy diciendo adiós”.

Maria Mercedes Carranza era la directora de la Casa de la Poesía Silva desde hace más de 15 años. En los últimos meses encabezó una campaña por la paz y la liberación de todas las personas secuestradas en Colombia. "Estaba golpeada por el largo secuestro de mi hermano. Estaba muy triste, supremamente triste porque no sabía nada de mi hermano", expresó Juan hermano de ambos.





MALDICION


Te perseguiré por los siglos de los siglos.
No dejaré piedra sin remover
Ni mis ojos horizonte sin mirar.

Dondequiera que mi voz hable
Llegará sin perdón a tu oído
Y mis pasos estarán siempre
Dentro del laberinto que tracen los tuyos.

Se sucederán millones de amaneceres y de ocasos,
Resucitarán los muertos y volverán a morir
Y allí donde tú estés:
Polvo, luna, nada, te he de encontrar.




  

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