ALFONSINA
STORNI 1892-1938 ARGENTINA
La espera de la muerte rondó siempre la mente de
Alfonsina Stormi que sufrió la enfermedad del cáncer de mama durante gran parte de su vida y fue acompañada por el
miedo constante y varias operaciones y tratamientos que la empujaron hacia la depresión.
Algunos autores añaden que sufrió siempre paranoia y ataques de nervios. Le fue amputado un
pecho, sufría dolores agudos que trataba con morfina y padecía neurastenia.
En algún momento deja de esperar y decide ser ella quien pondrá fecha a su
final, sabemos que lo intentó en otra ocasión anterior pero una persona la
reconoció y se acercó a hablarle, también
había acordado morir junto con el escritor Leopoldo Lugones,
amigo íntimo que se envenenó en 1937, finalmente no lo hizo… en otra ocasión decidió
comprar un revolver y no se lo vendieron por ser mujer, hasta que, como dice la
canción ALFONSINA Y EL MAR, se adentró en el agua dejándose arrastrar
lentamente por la resaca y las olas, no fue exactamente así.
Alfonsina tenía planeado todo desde hacía
meses. El 25 de octubre de 1938, en el
Mar de Plata, escribe una temblorosa
nota en rojo “me arrojo al mar”, ya había dejado además una carta de despedida
para el periódico La Nación, y sale a la una de la mañana del hotel sin que
nadie la viera, llegando hasta la escollera de 200 m del Club Argentino de
Mujeres. Encontraron uno de sus zapatos entre los hierros que debió de quedar
enganchado al saltar. El cadáver se encontró al día siguiente en la orilla. El
romanticismo de este fin, junto con la explicación del desamor leído entre
líneas en sus poemas, parece que sufría también el abandono de un hombre amado,
hizo lo demás y se la considera en la
actualidad, aun con detractores, una de
las mejores poetisas del feminismo.
VOY A DORMIR
Poema de
despedida que Alfonsina envía al periódico La Nación:
Dientes
de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
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